miércoles, 8 de junio de 2011
Todo sabe a pollo
Da igual; todo da igual, que sea 31 o 1 o 21. Todo da lo mismo. Todo absolutamente todo sabe a pollo. El agua sale sucia del grifo y el aire está lleno de polen venenoso. La lluvia radioactiva está al caer. El cielo es marrón. Las gaviotas se han vuelto locas y las ratas ya no comen basura. El mundo no para de girar y los chinos están bocabajo y ni lo saben. Da igual. Qué más da. Un terremoto y de nuevo a trabajar. Nacen niños con tres ojos y aletas. Da igual. Mutamos, vamos al cine, lloramos con el culebrón. Pasamos por aquí. Y pensamos que hay algo importante que algún día nos saldrá al paso, pero no es verdad. Nada, nada, excepto quizás un camión de la San Miguel, nos va a embestir como una revelación. No hay un día D, una señal en el cielo, una ideología, ni siquiera una idea que valga la pena. Solo palabras que forman frases y frases que forman discursos y discursos que se repiten. Solo filósofos con falta de potasio y vitamina D. Deprimidos y lúcidos. Solo perros rabiosos, enfermedades venéreas, adicciones, miseria e indolencia. Poetas que se suicidan o visionarios con desequilibrio químico que causan euforia. Hambre y obesidad. Cumbres y violaciones. Cáncer y orgasmos. Música y linchamientos. Guerra y soledad.-
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